LAS PRIMERAS VECES
Diciembre 1 de 2018:
El semestre acabó de la mejor manera posible, un ensueño total. Las labores académicas habían finalizado, pero ahí seguía Matías, realmente interesado en mí, en compartir tiempo conmigo. La vida fue color de rosas, entre la risa coqueta y mirada tierna de Matías sentía que no me faltaba nada, que lo había logrado todo. Sin embargo, reconozco que soy una mujer con necesidades sexuales que no se pueden dejar a un lado. Aunque disfrutaba de la majestuosidad de mi hombre, no dejaba de pensar en el sexo, lo necesitaba a cada momento, con urgencia. ¿Acaso no es normal?, todas las personas tienen necesidades, y yo las quería satisfacer salvajemente con Matías.
Entre tanto, el primer beso fue de lo más tierno y respetuoso, sucedió justo en el silencio y dolor abdominal que se da después de una interminable carcajada; él se quedó mirándome fijo a los ojos, después su mirada se postró sobre mis labios, sujetando mi cuello y acercándose lentamente. Fue un beso tan suave pero tan largo, parece que Matías estuvo esperando ese beso por años. La lengua de él es muy hábil, es como si hubiera nacido besando. Después del infinito beso, me dio un abrazo tan cálido, como si yo fuera el único refugio en el mundo, y así nos dormimos: enamorados sin aun confesarlo.